Y yo que pensaba que mis colegas, que tanto se habían reído de mí cuando les conté mi proyecto, no visitaban mi blog y pasaban de mí totalmente, y fíjate por dónde he descubierto que he despertado el interés de más de uno. ¿Y cómo lo sé? Pues porque cuanto más días pasaban desde el anterior post, y menos quedaban para disfrutar del próximo puente, he estado recibiendo indirectas, felicitaciones y consultas sobre la buena idea que había tenido para pasar estos días de fiesta con mi novia.
Pero yendo a la cuestión, de verdad chicos, tampoco es tan complicado como parece. Mi idea es original, es cierto, pero sin quebrarte demasiado la cabeza, se puede programar una escapada romántica a la antigua usanza, si, como dije, no te importa andar haciendo colas, o meterte en lugares masificados; al fin y al cabo, en cualquier habitación de hotel, puedes cerrar la puerta y tener cierta privacidad, al menos durante unas horas al día. Ya digo que esas cosas me matan, sin nombrar las horas de conducción que hay que echarle al asunto, donde seguramente pillarás caravana porque todos acabamos yendo y regresando a la misma hora. En realidad, los planes simples y tradicionales siempre funcionan, a no ser que seas un perfecto desastre para organizar este tipo de cosas.
Digamos que quisiera ir a lo de siempre y buscara un plan clásico, entonces no tendría duda: para el puente de la Constitución, yo elegiría un destino rural. ¿Y por qué no playa? Bueno, soy de cabeza cuadrada, y la costa es perfecta para el verano; pero cuando llega el invierno, a mí me gusta acurrucarme junto a una chimenea y arrimarme todo lo que pueda a quien me acompañe (procuro que siempre sea una chica, por suerte ya llevo un tiempo saliendo con mi novia y esa parte está solucionada). Además, si encima está nevando como lo hace hoy en toda España, el plan no puede salir más perfecto: no hay excusa para quedarse dentro de la cabaña, chalet, albergue, hostal… o lo que hayas pillado para quedarte estos días. Y entonces te montas algo en plan romántico, no puede ser tan difícil, pues el sitio y el ambiente te lo ponen también a huevo.
De cualquier forma, a quien le guste la playa, en realidad tampoco es mala idea. Uno puede pensar en un paseo a la orilla del mar al atardecer, con la ventaja de que, como anochece más temprano a estas alturas del año, aún queda bastantes horas por delante para acostarse y aprovechar para otros planes en pareja… o no, quedarse para una cena romántica mientras veis una peli en la tele, o simplemente disfrutáis de la compañía mutua, también puede ser una opción.
La clave es pasar estos días en un sitio que nos guste, con aquella persona que es nuestra favorita, y descansar haciendo lo que más nos apetezca. El resto… bueno, ya queda a vuestra imaginación.